Mi experiencia en otras culturas #2: Atlanta, USA.

Lunes 8 de enero de 2007, parecia un dia como cualquier otro en la oficina.

Nueve y cuarto de la mañana mi jefe me viene a ver con el fin de ofrecerme un curso de virtualizacion que iba a durar los proximos martes, miercoles y jueves (del 9 al 11 de enero). Acepte muy entusiasmado por la idea ya que estaba trabajando en una propuesta de virtualizacion para uno de mis clientes. La conversación fue un poco asi:

– Excelente Rodo, como anillo al dedo, dijo mi jefe. Llama a la agencia de viajes, tenes que salir en un par de horas para poder estar alli mañana temprano.

Alli donde? No es en Buenos Aires el evento?

– Ah, disculpa, lo olvide. Es en Atlanta, Georgia.

Conseguir pasajes fue toda una odisea, esta nota seria eterna si me detengo a narrar todo lo que paso, como por ejempo las interminables escalas, o que que llegue a una Atlanta invernal, desde los 35 grados de en Buenos Aires, y solamente con una remera ya que perdieron mi valija, o que en primera instancia el taxista equivoco el hotel al que iba. Asi que, ire directamente a los puntos que mas me gusta destacar en esta serie de posts.

Estaba esperando para pedirme mi ya clásico tostado de queso y bacon (desayuno lo mismo en todos los hoteles que visito) y mi tazón de cereales.

Adelante mio habia un adolescente de unos 19 años que estaba ordenando huevos, pero fuera de llamarme la atención el gran tamaño del chico (metro noventa y -por lo menos- unos 150kgs) me detuve en la orden:

  • Extra tocino
  • Extra Jamon
  • Extra queso
  • Extra cebolla
  • Extra champignones

Todo eso, mezclado en 6 huevos. Si, Si, SEIS huevos. Quede impactado y busque los ojos de la cocinera para ver que cara ponía ante tremendo pedido. Como si nada. No se inmuto, no parecia haberle llamado la atencion.

Ese dia tuve que cancelar mi desayuno ya que me revolvio un poco el estomago toda la situacion. Llegue a la mesa con un café, allí me esperaba un compañero de curso.

Le conte la situacion, esperando ver en el la sorpresa que no percibi en la cocinera. Una vez mas, el sorprendido resulte siendo yo. Este muchacho no solo que no se sorprendio, sino que me conto cual era el contexto americano, y la postura al respecto.

Los americanos no somos todos concientes de la salud y el cuidado de la misma. Muchos, viven su vida como si no hubiera un mañana y no se preocupan ni por su bienestar, ni por su imagen. De todas formas, cuando sufren algun problema cardíaco o complicacion de su salud por culpa del tabaco, alcohol o mala alimentación, hacen responsable al gobierno y exigen que se los indemnice.

Desde aquel día nunca olvidé esa situación, la explicación tan lógica y tan absurda al mismo tiempo. Absurda para mi, claro está. Porque más allá que el gobierno se haga cargo o pague una pensión por lo que uno mismo se pueda llegar a causar, es la vida misma con lo que se está jugando.

Desde ese momento, y hasta que me subí al avión que me iba a traer de vuelta a Buenos Aires, intente ser analítico en todo momento, y de todas las circunstancias que percibía.

No noté que les interese poco su integridad física, pero si percibí que -la mayoría con los que interactué- trabajan y se mueven “by the book”: Si hay una regla escrita, ellos la siguen al pie de la letra, canónicamente.

No me gustaría entrar en el debate si es positivo o negativo. Si lo veo como una gran diferencia con el argentino en general, donde estamos acostumbrados a sortear los desafíos cotidianos con las herramientas que tenemos a mano.

Cabe aclarar que no hablo de ilegalidades ni ilicitos, sino aprendiendo a ser flexible en donde podemos serlo, y un poco más simpáticos cuando se trata de una situación que debe ser forzosamente inflexible.

Que opinan?

Una respuesta en “Mi experiencia en otras culturas #2: Atlanta, USA.”

  1. A mi me pasó pero en Brasil. Voy a un kioskito de la playa a las 7AM (las famosas “barracas”) para pedir agua caliente y adelante mío un tipo dice (en portugués obviamente):
    -Deme un choclo cocido con mayonesa, sal y mostaza, y una lata de cerveza.
    Ahí me pregunté que tan perjudicial podía llegar a ser para mi caminar detrás de ese señor.

    El asunto es que el señor se morfó todo eso, y acto seguido, se puso los auriculares y empezó a hacer footing…

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