¿Estaremos haciendo lo correcto?

Hace varios años que discuto con amigos y colegas sobre comportamiento organizacional, y una de las conclusiones más comunes es que hay gente no se toma enserio el trabajo y piensa es un club (con una connotación negativa). Yo, de hecho, me encuentro muchas veces con ese dilema, pero hoy me pregunto ¿no estaremos encarando mal el tema? ¿El verdadero desafió no será convertir las empresas en clubes y no las empresas en empresas? En club, socialmente hablando, es el lugar donde estamos con amigos, nos divertimos, hacemos lo que nos gusta, nos relajamos, etc. ¿Por qué querríamos otra cosa para nuestro lugar de trabajo?

Me quedo pensando…

¡Un nuevo (mini)espacio!

Muchos bloggers tienen diferentes espacios donde escriben… Antes solia tener /blog, que no actualizo hace tiempo y en breve daré de baja. Pero aproveché el re-diseño del sitio para incluir una sección Mini Post donde podrán encontrar pequeñas reflexiones, comentarios o ideas breves pero con “estilo libre”, sin una temática en particular.

¡Acá también nos leemos!

¿Amo lo que hago?

Estar contento con algo mientras “vas ganando” es fácil. Eso no es un indicador para saber si amas lo que estás haciendo. Pero cuando vas perdiendo… cuando estas tan rezagado que ya no ves al primero… Es justo ahí donde realmente cuenta.

¿Seguís o te rendís?

Muchas veces miro para atrás y pienso si hago lo que amo o si amo lo que hago. Los lectores más estrictos quizás me digan que es lo mismo y estoy de acuerdo con que, al final del día, sea casi lo mismo. Pero la diferencia es algo muy sutil, y radica  en su origen:

  • Amo lo que hago: Por alguna razón realizo una actividad (un deporte, un trabajo, lo que sea) que, con el tiempo, aprendí a amar y disfrutar muy profundamente.
  • Hago lo que amo: Soy uno de esos aventureros que tiene muy claro que quiere en la vida, y encima puede vivir de ello (jugador de fútbol, diseñador de autos F1, etc.).

Como dije, cualquiera de las dos tiene que ver con la felicidad y el amor por lo que se hace, lo que cambia es como se llegó a ese amor. Muchas veces medité sobre cuál de ellos era mi caso pero nunca llegué a una conclusión. A veces pienso que estoy de un lado, aunque muchas veces pienso que estoy del otro, pero también debo reconocer que me ha ido muy bien: Práctico desde los 8 años el deporte que elegí, a los 18 años pude entrar a la compañía que quería, cuando quise buscar rumbos nuevos lo hice, y ahora estoy escribiendo un libro sobre una de las temáticas que más me apasiona. Entonces, ¿cómo saber si hago lo que amo o si amo lo que hago? ¿Qué fue primero? ¿Me encantaba lo que estaba emprendiendo o me gustaba el “éxito” asociado?

Cuando el final del cuento es feliz, ¿qué importa? ¿Para qué analizar todo esto si me fue bien? Bueno, visto de esa manera puede que no tenga sentido. Pero créanme una cosa: Es fundamental meditarlo, porque si se nos empieza a complicar y no es algo que amamos no vamos a ponerle el mismo corazón como si fuera algo bien nuestro, ¿no creen? En mi caso, cuando hago algo por compromiso y -ENCIMA- presenta alguna dificultad, todo se me hace cuesta arriba y no encuentro la mínima motivación para seguir adelante. Cuando me encuentro en situaciones así (algunas veces más de las que me gustaría) me acuerdo una de las frases que más se me quedaron grabadas, que se la escuché decir hace muchos años a Mario Mouche:

La victoria está 5 minutos después de que el resto se rinde

Lo que te moviliza lo sabes solo vos, y si estas pasando por un momento duro, donde todo cuesta más, seguí adelante. Si es lo que amas, la motivación va a aparecer sola. Si no es lo que amas, vas a tener que hacer algo al respecto para cambiarlo. Quizás ahí encuentres la motivación para sortear el mal trago. Al fin y al cabo, amar lo que haces o hacer lo que amas no es un destino, sino el camino 😉

Hasta la Innovación tiene una parte aburrida

Durante el 2011 me suscribí a la revista Gestión (link al post) y ha sido una gran experiencia. Escribo las primeras lineas de este artículo en base a una idea que me surgió al leer el editorial de la revista Gestión edición Septiembre-Octubre 2011. La nota se titulaba Recursos del Conocimiento. Comparto el primer párrafo para contarles como nace este post:

En las organizaciones industriales, basadas en las máquinas, los principales requisitos de talento se satisfacían con la contratación de técnicos y profesionales capaces de organizar la operación de esas máquinas y sacar de ellas lo mejor en términos de rendimiento. No había mucha posibilidad de “crear” en el ámbito laboral -y mucho menos en el fabril-, con excepción de las áreas de investigación y desarrollo o de diseño en las que se ideaban esas máquinas.

O en mis palabras: La porción innovadora es la que crea (en el mejor de los casos), pero quien más tarde ejecuta los procesos generados por esa innovación pueden resultar tan rutinarios y aburridos como los de una época más cercana a la revolución industrial. Entonces lo que me pregunto es, ¿cómo podemos hacer para llevar la parte divertida de la innovación a toda la organización?

Si la pregunta es esa, de una cosa estoy seguro: No aportamos valor desde un equipo de Innovación, sino generando compañías innovadoras en general. Si tuviera que pensar en un proceso básico de innovación que permita que todos puedan jugar a crear, sería algo así:

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El problema es que, así y todo, no terminamos de erradicar las tareas “aburridas”, por lo que sigo con mis preguntas: ¿es eso posible? Siempre vamos a necesitar liquidación de sueldos, lineas de montaje repetitivas y balances anuales, no veo una escapatoria a eso. Es más, cuanto más nos esforzamos en ser creativos más trabajo aburrido generamos (alguien tiene que producir, ¿no?).

Si siguen el proceso que propuse, van a ver que la idea es que cualquiera pueda tener una porción de innovación, cualquiera puede ser creativo. Basta de salas de reunión cerradas por científicos locos con los pelos alborotados y guarda polvos blancos que no sabemos lo que hacen. Mantengámoslo simple, cualquiera puede generar una idea de valor, así que solo tenemos que articularnos para empezar a escuchar y actuar en consecuencia.

Quizás no podamos erradicar por completo las partes aburridas, es verdad, pero quizás podamos incrementar las situaciones donde somos creativos y nuestras ideas se escuchan.

¿Qué te parece?

Presentaciones con Impacto

A principios del mes de octubre recibí en mi oficina a los directivos de casa matriz en relación al inminente lanzamiento de  un producto nuevo en el mercado argentino. Como no podía ser de otra manera, estuvimos con una agenda muy estrecha donde tuvimos que hacer todo a las apuradas, entre ello, revisar la presentación que íbamos a usar con los prospectos de clientes que habíamos agendado.

Si bien los dos ejecutivos habían conseguido posicionar el producto en España a una taza increible (65% del share) durante los últimos 10 años, a mi no me terminaba de convencer la presentación que estabamos a punto de usar, pero como dije, la agenda apretaba así que no había tiempo para pensar algo nuevo. Finalmente decidimos no presentar diapositivas, sino hablar, mostrar algún video, etc. Algunas semanas más tarde, me llegó la hora de devolver la cortesía y visitar las oficinas de Barcelona y continuar la historia de las presentaciones comerciales.

La semana previa al viaje, cuando discutimos la agenda para los días que iba a estar de visita, uno de los puntos fue:

Charla sobre cómo armar presentaciones efectivas a cargo de Rodrigo Nasif Salum.

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