Las grandes organizaciones y la ineficiencia

Era un día más de verano. Tenía acordada una reunión con el Departamento de Compras de un cliente. Llegué unos minutos más temprano, y me quedé esperando en el lobby, que está justo al lado del comedor interno.

Después de unos minutos de espera, me vino a buscar mi contacto excusándose que no tenía sala de reunión disponible y fuimos al comedor de personal.

Comercialmente hablando, la reunión fue muy positiva, ya que logramos vender un proyecto del que veníamos atrás hace tiempo. Pero de los noventa minutos que estuve en ese comedor, una situación me llamó particularmente la atención:

Hubo  gente charlando animadamente durante todo el rato

Sí. Mesas con empleados de la compañía que durante hora y media estuvieron tomando café, mate, y charlando activamente todo ese tiempo.

A no confundir: Todos necesitamos un coffe break en una jornada intensa de trabajo, pero esta situación me llamó la atención por la duración. Una vez que me subí al auto para volver a la oficina, no paraba de preguntarme:

¿Qué tipo de organización se puede dar el lujo de tener a sus colaboradores sin trabajar -al menos- noventa minutos por día?

¿Cómo puede ser esa organización eficiente?

Estuve pensando mucho el tema, intentando encontrarle una explicación.

Terminé llegando a la cruda realidad: No lo son. No son una organización eficiente. En este caso puntual, pero también en otros, seguramente altas rentabilidades les permitan poder tener este tipo de prácticas, o quizás no logran percibirlo.

Particularmente esa compañía se jacta de poner por delante la calidad de sus productos, y la eficiencia, pero al momento de adquirir productos y servicios, “lo hacen por el precio más barato, aunque sea un centavo” (sic).

Y claro, si lo pensamos tiene sentido que le trasladen la ineficacia operativa interna a sus proveedores, ¿verdad?

Desde que dejé mi posición en una gran corporación multinacional, pasé a tener a ese tipo de organización como clientes, y me encontré con este fenómeno casi a diario. Reuniones innecesarias, gente paseando por pasillos conversando con quién sea que se cruce, y extensas charlas en la máquina de café.

Estoy convencido que son síntomas de la misma enfermedad, y es que cuando crecemos como organización empezamos a ser ineficientes.

Pero antes de analizar más la situación, ¿qué opinan? ¿Cómo resolverían esta situación si fueran los responsables de esta compañía (si es que creen que hay algo que resolver)?

Espero sus comentarios, y próximamente continúo este artículo con algunas recomendaciones para evitar ineficiencias.

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