Aprovechar el impulso

Antes de avanzar quiero dejar claro de que NO trata este artículo: No habla de política (o al menos de inclinaciones partidarias). Hago esta aclaración porque el tema en el que me estoy por meter es sensible y de mucho contenido político, aunque ésta arista la voy a dejar de lado, enfocándome en lo que nos interesa: Las empresas.

Los primeros días del 2012, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) lanzó la Resolución 3252 por la cual, básicamente, se estipulaba que para cada dolar en mercancía que fuera a ser importado, esa empresa -antes- tendría que haber exportado otro dolar. Hoy, casi siete meses después, en el mercado interno se siente el desabastecimiento de los productos que antes se importaban regularmente: Desde insumos industriales (filtros, piezas, materias primas… lo que se imaginen) hasta productos terminados que no se fabrican en el país (los medicamentos son un gran ejemplo). En equipos de tecnología, tanto personal como corporativa, ese desabastecimiento se hizo notar.  En mi experiencia personal, Dell me vendió seis equipos que nunca entregó (solucionó el problema casi varios meses después, ofreciendo cambiar el pedido original por un remanente de stock que había disponible en el país), pero casos como estos abundan, incluso desde un año antes de la Resolución… desde principios de 2011.

Por mi trabajo tengo la oportunidad de conversar a diario con Directores de IT (Tecnología Informática) de distintas industrias, y algo que vengo notando en la gran mayoría de los casos es que vienen optando por comprar equipos nacionales que les ofrezcan garantía que incluya servicio técnico corporativo (técnico en sitio y recambio de partes por tres años, en general). Muchas marcas aparecieron, o se empezaron a escuchar más, pero la que se viene comiendo el mercado, pareciera ser Banghó.

Banghó, compañía argentina fundada en 2.002, es uno de los jugadores que supo posicionarse como ensambladora de equipamiento (importación de partes, proceso de ensamblaje nacional). Con el fin de escribir este artículo me intenté comunicar por correo electrónico con Prensa de Banghó para ver si podían facilitarme cifras de cuota de mercado para analizar que tanto impactó el cierre de importaciones su negocio, pero lamentablemente no tuve respuesta (si llegase en algún momento, encontrarán la info en los comentarios). Pero como dije, no quiero hablar de política y generar un debate que ya pueden encontrar en todos lados sobre “En Argentina no hay industria, solo se ensambla”, ya que si bien la afirmación es correcta, creo que hay matices (sin ir más lejos, en su sitio Banghó deja claro que se dedica a los servicios corporativos, más allá del equipamiento). Lo que sigue, lo voy a dividir en dos: (1) Ensamblaje como modelo de negocios, (2) Capitalizar la Oportunidad.

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El Engaño de los Cupones de Descuento

Si hay un parripollo en internet, una cancha de padel virtual (¡Si, está bien escrito!), son los sitios web que ofrecen cuponeras de descuento. No es mi intención hacer un análisis del modelo de negocios de estas empresas. Si les interesa leer una crítica muy ácida al respecto, les recomiendo el artículo de Santiago Bilinkis  (y muy ácido) sobre el fenómeno “cuponera”.

Como dije, acá no analizaré el modelo de negocio sino el engaño que hay detrás.

Durante un almuerzo le comenté lo que estoy a punto de escribir a un amigo y su respuesta fue:

– ¿Qué esperabas? ¡Estamos en Argentina!

Lejos de aceptar el tan citado cliché, me puse a escribir este post. Quizás como reclamo. Quizás como catarsis. O quizás por otra cosa, que se yo.

La historia comienza hace dos meses atrás cuando con Marina -mi hermosa mujer- confirmamos que nuestra cama ya no iba a aguantar más, y no hablo de nuestra vida íntima, sino del mobiliario.

– Gracias, amiga. Nos acompañaste noblemente, pero llegó la hora de partir.

Durante el último tiempo cada vez que me acordaba pasaba por algún local a averiguar precios, interiorizarme en tecnología colchonística y me iba amargando por no poder tomar una decisión de compra, algo que comúnmente me lleva menos de 10 minutos. Pero un día Groupon hizo lo que mejor sabe hacer: Tomó la decisión por mi:

¿Quién podría rechazar una oferta así? ¡Hasta 70% de descuento! Listo, ¡Habemos Camus!

Mientras todavía estaba en vigencia compramos el inmejorable cupón y 2 días después fuimos hasta el local de BedTime más cercano para confirmar el pedido. Hasta ese momento la sensación era de felicidad: ¡Le habíamos ganado al sistema!

Pero la sensación duró poco.

Ese mismo día fuimos a almorzar a la casa de mis viejos y el tema de conversación obligado era el negoción que acabábamos de cerrar:

– Gracias a Groupon me ahorré como 6 lucas- le dije a mis padres con el orgullo del  gladiador que acaba de ganar de visitante y sin un solo rasguño.

Mi vieja me vitoreó un poco y se abrazó en cámara lenta con Mari, que sonreía orgullosa y le dió unas palmadas breves a su suegra en ese abrazo que duró mucho.

Pero ahí tenía que estar mi viejo…

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Mi artículo en MateriaBiz: Y ahora me designo… ¡CEO!

Es un placer contarles que ya se ha publicado mi primer artículo en el reconocido portal de Management y Negocios MateriaBiz.

Como primer Post, decidí hablar sobre el perfil de los CEOs, especialmente el de aquellos responsables de start ups tecnológicos que atraviesan o atravesaron un crecimiento vertiginoso, pasando de ser especialistas técnicos a los responsables máximos de la compañía. Más abajo encontrarán el artículo, y también les dejo el link para que lo vean en MateriaBiz. ¡Gracias!

Y ahora me designo… ¡CEO!

Hace algún tiempo atrás tuve la oportunidad de conocer al nuevo Gerente General de uno de mis clientes más importantes. Una persona muy cálida y amable, de casi unos 40 años que había hecho carrera en la compañía desde que salió del colegio secundario. Quedé realmente impactado por sus ideas y la claridad de su estrategia, pero más me sorprendió su energía y el entusiasmo que generaba en los que lo rodeaban. Poco después de esta experiencia me encontré compartiéndola con un amigo de la infancia que, para mi sorpresa, se empezaba a mostrar algo escéptico. Como noté que pasaba algo raro y con la confianza que dan los años, fui directo al punto:

– ¿Qué te pasa?

– No por ser jóvenes los CEOs son de mente abierta, carismáticos y motivadores. En mi experiencia, todo lo contrario.

– ¿Por? ¿Qué pasó?

– En mi trabajo, el CEO nació siendo jefe y siempre estuvo “del otro lado del mostrador”. No hizo carrera, pasó de ser desarrollador a CEO. Sin escalas.

Mi amigo, Responsable de Proyectos en una compañía de desarrollo de aplicaciones “sociales” que ya había atravesado (y ganado) varias rondas de inversión, estaba experimentando algo muy distinto a lo que yo había podido ver: El CEO de su compañía, un joven de menos de 30 años, había fundado su compañía en base a los productos que éste mismo desarrollaba, pero con el tiempo fue sumando empleados para poder atacar la demanda creciente: Primero 10, luego 20 y hasta 100. Todo ese vertiginoso crecimiento y él seguía dedicándole la mayor parte de su tiempo a lo que le apasionaba: Desarrollar software.

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Hasta la Innovación tiene una parte aburrida

Durante el 2011 me suscribí a la revista Gestión (link al post) y ha sido una gran experiencia. Escribo las primeras lineas de este artículo en base a una idea que me surgió al leer el editorial de la revista Gestión edición Septiembre-Octubre 2011. La nota se titulaba Recursos del Conocimiento. Comparto el primer párrafo para contarles como nace este post:

En las organizaciones industriales, basadas en las máquinas, los principales requisitos de talento se satisfacían con la contratación de técnicos y profesionales capaces de organizar la operación de esas máquinas y sacar de ellas lo mejor en términos de rendimiento. No había mucha posibilidad de “crear” en el ámbito laboral -y mucho menos en el fabril-, con excepción de las áreas de investigación y desarrollo o de diseño en las que se ideaban esas máquinas.

O en mis palabras: La porción innovadora es la que crea (en el mejor de los casos), pero quien más tarde ejecuta los procesos generados por esa innovación pueden resultar tan rutinarios y aburridos como los de una época más cercana a la revolución industrial. Entonces lo que me pregunto es, ¿cómo podemos hacer para llevar la parte divertida de la innovación a toda la organización?

Si la pregunta es esa, de una cosa estoy seguro: No aportamos valor desde un equipo de Innovación, sino generando compañías innovadoras en general. Si tuviera que pensar en un proceso básico de innovación que permita que todos puedan jugar a crear, sería algo así:

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El problema es que, así y todo, no terminamos de erradicar las tareas “aburridas”, por lo que sigo con mis preguntas: ¿es eso posible? Siempre vamos a necesitar liquidación de sueldos, lineas de montaje repetitivas y balances anuales, no veo una escapatoria a eso. Es más, cuanto más nos esforzamos en ser creativos más trabajo aburrido generamos (alguien tiene que producir, ¿no?).

Si siguen el proceso que propuse, van a ver que la idea es que cualquiera pueda tener una porción de innovación, cualquiera puede ser creativo. Basta de salas de reunión cerradas por científicos locos con los pelos alborotados y guarda polvos blancos que no sabemos lo que hacen. Mantengámoslo simple, cualquiera puede generar una idea de valor, así que solo tenemos que articularnos para empezar a escuchar y actuar en consecuencia.

Quizás no podamos erradicar por completo las partes aburridas, es verdad, pero quizás podamos incrementar las situaciones donde somos creativos y nuestras ideas se escuchan.

¿Qué te parece?

De consejos de un taxista y otras yerbas

Domingo 6 de Noviembre de 2011, un proyecto laboral me lleva hasta Barcelona por una semana pero como sabemos, todo gran viaje empieza con el primer paso, y en mi caso, fue el taxi que me llevaría hasta el aeropuerto.

A las 10 en punto de la mañana una bocina suena dejándome saber que mi transporte ha llegado. Despues de pasar por la clásica ceremonia del despido, cargar las maletas en el auto y re chequear que todos los documentos y tarjetas de crédito estén donde corresponden (mi bolsillo, claro), emprendemos nuestro viaje de 30 minutos hacia Ezeiza. A decir verdad, no soy una persona que viva tomando taxis por lo que me es ajeno todo eso que dicen de los taxistas argentinos: Que son grandes filósofos, economistas, politólogos, etc. Así que cada vez que me toca uno de éstos simpáticos personajes, me cautivan por completo.

Mi personaje (muy descortés de mi parte, jamás pregunté su nombre) me contó una historia que realmente captó mi atención: ex Gerente de Operaciones de una fábrica en los ’80s, emprendedor de un centro de estética en los ’90s y chofer desde la crisis del 2001/2002. Para no aburrirlos con toda la historia, les resumo los consejos puntuales que me dio:

  • Como los de arriba te hacen creer que lo que haces es lo más importante del mundo pero a ellos les chupa un huevo, tenes que hacer de cuenta que haces, pero en realidad no haces. Si no, te consume la vida por nada.
  • Hoy solo importa facturar, facturar, facturar y a pocos les preocupa si tu mujer está pariendo o si tenes cancer. Disfruta la vida viejo, encontrá lo que te haga feliz.

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